VENIRE, VIDERE, VINCERE.
Llegaste cuando mi
alma ya estaba vencida,
derrotada por la
idiocracia
y esta sociedad sin
vida.
Llegaste, viste y
venciste,
recogiste en tus
hazañas
estas sabias
palabras,
que a Julio César
pediste,
tomaste prestadas.
Llegaste a mi
existencia
y no como
cualquiera,
sino como solo tú
podías,
haciendo que en tus
risas riera,
haciendo que sin
dolores siguiera,
lo que me queda, lo
que me espera,
aquello que avecinan
mis ojos.
Y viste lo que
aguardaba en ellos,
ojos llorosos,
comprometidos, desesperados,
ojos con falta de
amor,
con sobras de
penurias,
que se sienten
desamparados.
Y, por último,
venciste a mi ser.
Lo venciste siendo
directo
que en época
donde ya no hay
dictador que valga,
de poco nos sirve la
estaca
y aquellas
revolucionarias metáforas,
que ahora son
cambiadas por jóvenes,
que prefieren hachas
a exámenes
y sueños a vidas de
anáforas.
Olga Ribelles (O.R.C.)